Técnica quirúrgica

Y si durante aquella primera consulta fueron fundamentales ciertas cualidades del cirujano como la sinceridad y la honestidad, será durante la intervención quirúrgica cuando adquieran protagonismo otras que conducirán al éxito de la misma y evitarán la aparición de complicaciones: la destreza manual, el cuidado en el manejo de los tejidos, la sensatez, la prudencia, etc. Y siempre, tanto antes como durante la intervención, la formación y la experiencia.

Conjugar todas esas cualidades en el quirófano lleva su tiempo. Al contrario de lo que algunas personas puedan pensar, incluso algunos cirujanos, la habilidad no tiene que ver exclusivamente con la rapidez. El cirujano más hábil no es el más rápido, sino el que obtiene mejores resultados con el menor número de complicaciones. Desde luego, cuantas más veces se repite una maniobra, más rápida se hará, pero anteponer la velocidad a la precaución puede llevar a asumir riesgos innecesarios, al dejar de dar pasos imprescindibles durante la intervención o dando otros de forma inadecuada, aumentando la probabilidad de aparición de complicaciones. La rapidez, por lo tanto, no debe ser una prioridad, a menos que la prioridad del cirujano durante la intervención sea abaratar costes. Cualquier intervención quirúrgica consta de ciertos pasos que hay que respetar para conseguir un buen resultado y, sobre todo, para evitar la aparición de complicaciones. Ni el mejor alfarero, escultor o tejedor de alfombras persas del mundo, puede conseguir lo mismos resultados haciendo su trabajo con prisas que sin ellas. Y, al fin y al cabo, la cirugía es una actividad manual. Que requiere de conocimientos médicos, desde luego, pero no por eso deja de serlo. Y, como suele decirse, las prisas son malas consejeras.

Cualquiera que haya visto operar a los mejores cirujanos del mundo sabe perfectamente lo que acabamos de decir.