La cirugía ha sufrido tres grandes impulsos a lo largo de su historia. El primero fue el descubrimiento de los antibióticos por Fleming en 1928, el segundo, las guerras del siglo XX, y el tercero, anterior a ellos y probablemente el que supuso el mayor avance para la cirugía, fue el descubrimiento de la anestesia, en 1846, por el norteamericano William Morton.

Existen varios tipos de técnicas anestésicas, de las cuáles las más empleadas en Cirugía Estética son las siguientes:

  • La anestesia regional, que consiste en bloquear farmacológicamente un nervio que recoge la sensibilidad de una región del cuerpo. La más conocida es la anestesia epidural que utilizan los anestesistas para evitar el dolor durante el parto. En Cirugía Estética hay quien la utiliza en cirugía de abdomen (por ejemplo, para una abdominoplastia) o de piernas (por ejemplo, para una dermolipectomía de muslos).
  • La anestesia local y sedación, que añade a la primera el efecto ansiolítico de la segunda. El paciente está respirando espontáneamente pero se encuentra tranquilo y relajado durante la intervención. Es la más utilizada para la liposucción. Como las otras dos, después de la intervención requiere de un tiempo de recuperación con el fin de eliminar completamente el fármaco sedante antes de irse el paciente de alta a su casa.
  • La anestesia general, en la cuál el paciente se encuentra completamente dormido durante la intervención. En este caso, es incapaz de respirar espontáneamente y es el respirador el que lo hace por él. Por diferentes motivos, es la preferida por muchos cirujanos para la cirugía mamaria. Pregúnteles porqué. De hecho, hay grandes cirujanos que la utilizan para prácticamente todas sus intervenciones, incluida la liposucción.

Todas ellas presentan ventajas e inconvenientes para cada tipo de intervención. Y, aunque existen algunas intervenciones en las que alguna de ellas sea preferible al resto, la decisión de utilizar una u otra dependerá, en parte, del criterio de cada equipo cirujano-anestesista.

Su cirujano le explicará durante la primera consulta qué tipo de anestesia prefieren su anestesista y él, y porqué, para realizar el tipo de intervención a la que usted desea someterse, y le informará de las ventajas e inconvenientes que presenta. Lo que sí es importante, sea cuál sea esa decisión, es que ésta se tome en base a RAZONES EXCLUSIVAMENTE MÉDICAS, NO ECONÓMICAS, con el objetivo de ahorrar costes en el hospital, NI DE CARÁCTER PUBLICITARIO, con objeto de restarle importancia a la intervención y atraer al paciente. Por eso debe asegurarse de que su cirujano elije el tipo de anestesia pensando únicamente en lo que es mejor para usted y no para convencerle de que se opere.

Cualquiera que sea el tipo de anestesia, el paciente necesitará un tiempo de recuperación antes de ser dado de alta, para dar tiempo a su organismo a eliminar los fármacos administrados y evitar complicaciones fuera del hospital. Acortar ese tiempo, con el objetivo nuevamente de restarle importancia a la intervención, o ahorrar costes de hospital, constituye un gran error. Como también es un error, por ejemplo, afirmar que para la anestesia local y sedación no se necesita recuperación alguna y el paciente puede irse directamente desde el quirófano a su casa. No olvide que el objetivo principal del cirujano y del anestesista durante la intervención, y las horas siguientes a la misma, es preservar su salud y evitar la aparición de complicaciones.

Sea cuál sea el tipo de anestesia, asegúrese de que le piden un estudio preanestésico completo y que se pone en manos de un buen anestesista.

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