Valoración del resultado
Como futuro paciente, usted debe saber que el objetivo real, y realista, de la intervención de Cirugía Estética no es conseguir un resultado perfecto, sino mejorar el aspecto de esa parte de su cuerpo que a usted no le hace sentirse bien debido a su forma y/o su volumen.
La perfección no puede ser nunca el objetivo real de una intervención de Cirugía Estética por varios motivos. Primero, por la limitación que imponen los tejidos del propio paciente. Segundo, porque la mano del cirujano, como la de cualquier ser humano, no es infalible y puede que un día le salgan las cosas de forma diferente a la del día anterior. Y tercero, y sobre todo, porque ¿quién decide dónde está la perfección en cuestión de estética o de belleza? Y es que, de la misma manera que cada uno tiene una opinión sobre cuál es la ciudad más bonita de Europa o quién es la modelo más guapa del mundo, cada persona hará un juicio de valor diferente sobre el resultado de una intervención de Cirugía Estética. Evidentemente, la opinión más importante será la del propio paciente, de ahí que éste deba ser el primero en ser objetivo al hacer su valoración.
Lo primero que hay que hacer para conseguir que la valoración del resultado de la intervención sea lo más objetiva posible, ya antes de la intervención, es seleccionar al paciente durante la primera consulta. Ya se dijo en el apartado correspondiente que no todas las personas son buenas candidatas para una intervención de Cirugía Estética. No lo son, por ejemplo, quienes presentan algún tipo de desequilibrio psicológico o emocional, o quienes presentan una personalidad inconformista o quienes presentan unas expectativas realistas respecto a lo que la intervención puede conseguir en su caso. La existencia de un desequilibrio psicológico o emocional, por ejemplo, puede llevar al paciente a vivir con excesiva ansiedad la aparición de una pequeña complicación sin importancia, y cualquiera de las tres situaciones comentadas pueden limitar seriamente la objetividad del paciente a la hora de valorar el resultado de la intervención. Se sabe que la causa más frecuente de insatisfacción por parte del paciente después de una intervención de Cirugía Estética es no haber cumplido las expectativas que puso en ella antes de la intervención. Si el cirujano plástico no hace una selección del paciente antes de la intervención, y opera a toda persona que llega a su consulta, más pronto que tarde empezará a tener, no una, sino muchos pacientes insatisfechas. Y para todo cirujano responsable, un paciente insatisfecho ya es demasiado.
Por otra parte, es importante mencionar el valor que se debe conceder a la OPINIÓN DE TERCERAS PERSONAS (no usted, ni su cirujano) sobre el resultado de la intervención. Se dice que la Cirugía Estética presenta dos problemas fundamentales. Primero, que transforma una persona sana en una enferma, con todo lo que esto conlleva, y segundo, que, al contrario de lo que ocurre con cualquier otra especialidad médica, sus resultados están sujetos a la opinión de todo el mundo. A nadie que no sea traumatólogo o cardiólogo, por ejemplo (y tenga dos dedos de frente), se le ocurrirá opinar, respectivamente, sobre el tratamiento de una fractura de muñeca o de un infarto de miocardio. Sin embargo, cualquier persona puede opinar, y de hecho lo hacen, y en ocasiones por propia iniciativa y sin pedírselo el propio paciente, sobre el resultado de una intervención de Cirugía Estética.
Como paciente, usted debería darle una importancia relativa a la valoración que otras personas puedan hacer sobre el resultado de su intervención. Y eso, fundamentalmente, porque esa opinión puede no ser objetiva. Esta falta de objetividad puede deberse, por una lado, a la falta de información adecuada y, por otro, a la presencia en esa persona de ciertos sentimientos favorables o desfavorables hacia usted.
En primer lugar, es muy probable que esa tercera persona no disponga de toda la información y, por tanto, desconozca las limitaciones que presentaban sus tejidos antes de la intervención y, por tanto, lo que de ella podía esperarse en su caso. La desinformación de otras personas, unida muchas veces a la imprudencia, pueden llevar al paciente a escuchar expresiones, por ejemplo, después de una mamoplastia de aumento, como “… pues para ese aumento de volumen no sé para qué te has operado …”, cuando lo que pretendía realmente la paciente con la intervención era conseguir un volumen mamario proporcionado con su cuerpo. O, después de una liposucción, “… pues ya que te metiste en un quirófano te podías haber quitado un poco más …”, sin saber que si se hubiera eliminado más volumen habría aumentado notablemente la posibilidad de aparición de pliegues en la piel debido a la falta de elasticidad de la misma. O, después de una rinoplastia, y con cierta ironía “… pues no se te nota mucho el cambio, ¿no? …”, siendo evidente la mejoría obtenida cuando se comparan las fotos pre y postoperatorias, y desconociendo que el verdadero objetivo de una rinoplastia, como el de cualquier intervención de Cirugía Estética, es conseguir un resultado natural.
Además de la falta de información y, consecuentemente, de expectativas realistas respecto a la intervención, otro factor que puede limitar la objetividad de esa tercera persona son los lazos sentimentales que le unen a usted. Es posible, y por otra parte comprensible, que, ante una valoración negativa del resultado de su intervención por parte del paciente, un familiar o amigo suyo puedan llegar a darle la razón por no disgustarle y evitar un enfrentamiento personal, aunque en el fondo puedan pensar que el resultado sea bueno.
Por último, otra razón por la que usted debería darle una importancia relativa a la valoración de esa tercera persona es la existencia de lo que, podríamos llamar, sentimientos desfavorables. Se ha repetido hasta la saciedad, y es de todos conocido, que el pecado capital de los españoles es la envidia. Por eso, si usted, como paciente, presentaba unas expectativas realistas sobre la intervención y se encuentra satisfecho con el resultado, y otra persona, a la que usted ya ha trasmitido objetivamente toda la información, hace una valoración negativa sobre el resultado, no descarte que sea la envidia la que lleve a esa persona a expresar esa opinión. Los mismos comentarios que antes recogíamos y que algunas personas cercanas al paciente expresan debido a una falta de información (“… pues para ese aumento tan pequeño no sé para qué te has operado …”, después de una mamoplastia de aumento, o “… pues ya que te metiste en un quirófano te podías haber quitado un poco más …”, después de una liposucción, o “… pues no se te nota mucho el cambio, ¿no? …”, después de una rinoplastia, etc.), pueden provenir también de personas envidiosas o, cuando menos, “extremadamente competitivas”. Todos los cirujanos plásticos con años de experiencia las hemos oído alguna vez de alguna paciente, con un excelente resultado después de su operación, procedente de supuestas amigas suyas que no tuvieron el valor de someterse a la misma intervención a la que se sometieron ellas, y que también habrían deseado pero que no pudieron realizarse debido a una falta de decisión personal o de apoyo familiar, o quién sabe si por motivos de tipo económico.
Por lo tanto, para que usted pueda considerar como válida la opinión de una tercera persona sobre el resultado de su intervención debe asegurarse de que ésta es objetiva, que está basada en una información veraz, y que su relación personal no ejerce ninguna influencia sobre ella, ni positiva ni negativamente.
Debido, entre otras razones, a la selección que se hace del paciente antes de la intervención, la inmensa mayoría de pacientes de Cirugía Estética se encuentra satisfecha con el resultado de la misma. Si usted no se encuentra incluido en este grupo, lea el siguiente apartado.
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